Sonaba como el batir de un tambor omnisciente.
Repicaba desde todos los rincones con potencia atronadora.
Arrasaba.
El mar en calma estallando en llamas.
Habían regresado por él.
El tiempo apremiaba y la consciencia se manchaba de pasado y futuro.
Era momento de actuar.
La puerta todavía tenía marcas de la ultima vez.
Los salmos de una Ceremonia.
Lo vi llegar de no muy lejos.
Las manijas de bronce, pesadas, en sus manos.
Caminaba despacio observando arbitrariamente distintas partes del paisaje.
Quien lo viera juzgaría que estaba distraído.
Pero ese hombre siempre tenia un plan.
"Salimos jugando".
Tomo las cartas en sus manos y pienso:
"Suspiro".
Dejo las cartas en la mesa una por una.
Las lineas se acomodan a la vista.
G
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