Eran casi las 5 de la mañana y decidí salir afuera.
Eran casi las 5 de la mañana en una playa paradisíaca. Franjas de nubes adornaban el cielo que pulsaba al borde del alba. Cada vez mas claridad, mas luz, pero él seguía sin asomar.
Los minutos no querían pasar. Elongados por el estado meditativo y la velocidad del pensamiento, daban la impresión de durar cada vez mas. Los mantras se agolpaban contra mis sienes, sentía cada idea dando a luz a la siguiente. Sonaban truenos, trompetas y acoples distorsionados en el hipotálamo. Gritos, llantos y melodías en el lóbulo frontal. Mientras tanto, ambos hemisferios se debatían en lenguajes diferentes sobre la moral del ser humano que habitaban.
Entonces, un segundo de silencio en el alma. Un detenimiento total de la corriente temporal. Frente a mis ojos asomando la punta de su corona, El Sol, orgulloso, decidido, inapelable. Los armónicos rebotaban en mi lengua, haciendo caja de resonancia en mi paladar, para salir proyectados directamente hacia el futuro. La única pierna que tenia apoyada en el suelo, encontraba sola el equilibrio para sostenerme. Los mantras seguían ahí, pero algo era diferente, se aunaban en una única melodía que los abarcaba a todos.
La Canción, que ese día cantaba OM NAMAH NARAYANA.
Vibraciones e intensidad.
G.
buen viaje....
ResponderEliminarte saluda :un morao